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Hipnoterapia: Ética y Técnica

            La descripción del fenómeno del sueño inducido o sueño artificial se remonta hasta el principio de los tiempos en que ya había escritura para que, de alguna manera, nos fuera narrado el interés en las curiosas manifestaciones conductuales que pueden producirse gracias a ciertos procedimientos sugestivos.

            En términos generales, la exploración en los estados modificados de la conciencia brinda la oportunidad de conocer aspectos, facetas y dimensiones usualmente desconocidas de nuestro aparato mental. Así bien, estas dimensiones pueden cobrar tal extrañeza que pareciera que habitásemos otros niveles de conciencia, al modo en que, por ejemplo, Kenneth Wilber los ha descrito. De esta forma, se fundamenta filosófica y psicológicamente la necesidad de explorar estas posibilidades psíquicas pues dan ocasión a formas de autoconocimiento que pueden tener importantes beneficios en el ámbito clínico, a saber, la inmersión en el inconsciente individual y, acaso, en el inconsciente colectivo en el sentido en que Carl Gustav Jung lo teorizó.

            Así es como la hipnoterapia establece su dominio como técnica y enfoque psicoterapéutico en que se produce un estado modificado de conciencia inducido por el terapeuta u operador en el paciente o sujeto de experimentación. En el caso de la hipnosis, este estado modificado de conciencia recibirá el nombre de trance hipnótico o estado hipnótico.

            El trance hipnótico es, entonces, aquel estado de conciencia en que el Yo del sujeto se vuelca hacia su interior inconsciente pero, desde “capas” intrapsíquicas que le permiten aún reconocer que está siendo espectador de sí mismo, distinguiéndose este estado, entonces, por ejemplo, del sueño natural —a menos que se trate del raro fenómeno de los sueños lúcidos— o las delusiones provocadas por psicodélicos. Así bien, el individuo bajo estado hipnótico sabe que junto a él se halla su terapeuta e, incluso, podría estar apercibido de que está en una sesión hipnoterapéutica pero, ciertamente, no se siente en estado vigil. El sujeto experimenta una propiocepción, o percepción del propio cuerpo, en que se descubren cambios fisiológicos como adormecimiento de extremidades, sensación de pesantez o liviandad, así como impresión de fuga extracorpórea. Ciertamente, no existen datos científicos que puedan validar la existencia de algo así como un fenómeno de “viaje astral”, pese a que muchos pacientes lo reportan y a que puede ser estimulado bajo ciertas condiciones propicias.

            En cuanto a las movilizaciones psicodinámicas que pueden gestionarse con hipnosis clínica, encontramos la capacidad que tiene toda persona de acceder a su material inconsciente pero, y he aquí una cuestión de relevancia mayor y de cautela ética, la interpretación que de este material se haga tendrá mucha relación con el set o disposición a la experiencia, y asimismo, el conjunto de creencias, ideas y conocimientos que configuren una concepción de la realidad, todo lo cual, el hipnoterapeuta deberá encuadrar previamente por medio de procedimientos clínicos estandarizados. Por lo tanto, los puntos que marcan los momentos hipnagógicos (conducción a la entrada en el sueño) e hipnopómpicos (conducción a la salida del sueño) son determinantes para la estructura psicodinámica. Y si a esto agregamos las sugestiones previas —que a veces pueden inducir el propio terapeuta desde sus propias convicciones—, más las sugestiones cuyo sentido ha sido pactado en la conformación de un foco u objetivo terapéutico, etcétera, entonces, la responsabilidad profesional se incrementa y demanda no solamente tener un dominio técnico sino, por sobre todo, un compromiso ético, o sea reflexivo, del quehacer de esta suerte de cirugía psíquica que es la hipnosis clínica. Efectivamente, el paciente, cuando está en trance, puede actuar de manera acrítica, holística, atemporal y arquetípica, actualizando contenidos arcaicos de sus fases psicogenéticas y, no pocas veces, otorgándoles significados místicos, reveladores o tergiversadores de su propio proceso de cambio. Una vez más, es el hipnoterapeuta quien debe salvaguardar la prudencia y el ánimo investigativo para que constructivamente, en la relación terapéutica, y gracias a un rapport auténticamente vinculado, puedan surgir los resultados esperados.

 

El método

            Como en todo enfoque y técnica psicoterapéutico, en la hipnoterapia existen diversas formas de desarrollar el procedimiento pero, en todas encontramos ciertos elementos o pasos transversales. Estos pasos son:

1º La aceptación, aprobación o autorización, por parte del sujeto o paciente, para que el operador o terapeuta ejecute sobre éste el procedimiento hipnótico.

2º La relajación inducida. Ejercicios de respiración, visualización o mentalización en pro de la generación de un estado de relajación psicofísico.

3º Las sugestiones hipnóticas. Expresiones verbales (fraseología) cuyo contenido apunta a la construcción de un trama narrativa (imaginería); el desplazamiento témporo-espacial en el “universo mental” del sujeto; la programación o desprogramación de hábitos conductuales; etc. Asimismo, aplicación de reforzadores e instalación de comandos hipnóticos.

4º Las sugestiones post-hipnóticas. Aquellas instrucciones instaladas para activarse en momentos posteriores a la operación hipnótica.

5º Salida del trance hipnótico.

 

  1. La autorización del paciente

Desde un punto de vista clínico y humanista, ésta es una condición sine qua non para ejercer hipnosis sobre alguien. Desde un punto de vista técnico, nos encontramos con que hay personas que pueden hacer trance con escasa, e incluso, nula participación consciente y, por tanto, podrían ser puestos en trance “sin su consentimiento”. Ahora bien, este fenómeno corresponde a los así llamados “hipersensibles” o “hipersensitivos”, y jamás alcanza un número mayor al equivalente a un 5% de la población. Aun con ellos, se requieren destrezas avanzadas si lo que se pretende es ponerlos en trance por debajo del umbral de su autorización explícita. Con todo, esto ya echa de ver cuán complejos pueden ser los escenarios en que puede practicarse la hipnosis, y eso que no cabe acá mencionar experiencias impulsadas desde una ingeniería social, con la utilización de publicidad subliminal o el empleo del carisma diseñado.

            El caso es que en la orientación hipnoterapéutica humanista siempre se requiere de la venia del paciente, además, porque así se garantiza una cooperación amplia y flexible que, por cierto, es la única útil en estado vigil, cuando antes o después de operar, la clave del cambio será la conversación, la integración y la resignificación que paciente y terapeuta construyan juntos.

 

Espectro Tipológico en Hipnosis
5% 90% 5%
Pacientes refractarios Pacientes Heterogéneos (Respuestas matizadas) Pacientes Hipersensibles

 

  1. La relajación inducida

En hipnoterapia sólo en un estado de relajación es posible operar. Ahora bien, existen diversos grados o niveles de relajación y difícilmente podríamos estandarizar qué alcance requiere quien. Es decir, un estado de relajación leve o somero puede ser absolutamente suficiente para que una persona acceda a su material inconsciente y explore su interior, recomprendiendo su vida actual o episodios tan antiguos que la amnesia infantil ha dejado inaccesibles. En cambio, otro individuo puede requerir una batería de técnicas de inducción y reforzamiento para producir su trance y, sólo entonces, sumergirse en sí mismo para buscar la “pieza faltante” en el puzle de su sufrimiento.

Para conseguir fácilmente una de las relajaciones mayormente utilizadas en hipnosis clínica propondremos la técnica de la respiración cuadrada o de cuatro tiempos:

Entonces, el operador habrá invitado al sujeto a sentarse cómodamente en un sillón confortable o en una camilla. Tendrá en consideración una leve baja en la temperatura, de modo que ofrecerá algún tipo de manto si el clima actual lo amerita. Y con una voz sostenible en el tiempo, sin perseguir modelos previstos, sino buscando el estilo propio, se iniciarán las instrucciones respiratorias. Acompañando cada momento y haciendo énfasis en la importancia de distinguir cada uno de los “cuatro tiempos”, acorde a un ritmo personal y siempre que ninguno resulte molesto o incómodo. El timbre del terapeuta buscará ser firme, resuelto, pero dulce o, al menos, que denote el ánimo de acompañar, siempre cuidando una dicción eficiente pero no estrambótica. Eso sí, habrá practicado tanto como para estar seguro de la fraseología escogida, hasta sentirse y saberse fluente en las instrucciones que realiza. Con esta respiración cuadrada o de cuatro tiempos, actuará al menos, unos 8 o 10 minutos. Sin embargo, en la medida en que las sesiones avanzan, es muy posible que el paciente cooperador consiga una perfecta relajación con unos pocos minutos en esta etapa.

 

  1. Las sugestiones

Las sugestiones hipnóticas son indicaciones verbales que se realizan una vez que el paciente ya ha conseguido “sintonizar” con el ejercicio. Pues, hay que tener en consideración que todos estos procedimientos actúan gracias a que el sujeto deja resonar las instrucciones dentro de sí dirigiendo su voluntad y conciencia en función del sentido de tales instrucciones. De donde muchos hipnólogos advertirán que la hipnosis no existe; lo que existe es la autohipnosis… De manera que estas expresiones deben ser cuidadosas, orientadas hacia la personalidad del sujeto. Y, aunque pueden estar prediseñadas, siempre se deberá tener en consideración la adaptación en curso cuando sea necesario.

            Las principales y mayormente probadas sugestiones que han de ejecutarse están dirigidas a enfocar la atención sobre el propio cuerpo, en una especie de conexión emocional o propioceptiva que progresivamente se posiciona a través del “territorio de la corporalidad”. El hipnoterapeuta propone enfocar la atención en la cabeza o en los pies, buscando distintos modos de visualización y toma de conciencia de las zonas del cuerpo para, desde allí, mover la atención hacia aquellas zonas contiguas, sin prisa, sin juicios, sino solamente con el propósito de observar internamente. No obstante, al mismo tiempo que se recorre el cuerpo, se insertan sugestiones que invocan la calma, el reposo, el descanso, la tranquilidad, el aflojamiento de músculos, órganos, tejidos, etc. Esta fase, y también la de las sugestiones hipnóticas y posthipnóticas, representa gran parte del arte y técnica de la hipnoterapia, alcanzando desde unos 10 minutos hasta 60 o más, como es en el caso de la hipnosis regresiva, técnica que requiere de maniobras de profundización más incisivas.

            Así bien, las sugestiones pueden ir aun más lejos, proporcionando al paciente escenarios espacialmente pensados para abrir paso a los contenidos arcaicos, lugar donde es posible reestructurar o recomprender el pasado mental del sujeto. Asimismo, pueden utilizarse imaginerías, es decir, relatos que suelen ser diseñados en base al psicoanálisis y a la psicología analítica por cuanto estos enfoques han sido pioneros en el descubrimiento de símbolos ontogenéticos (individuales) y arquetípicos (culturales), proporcionando a la hipnosis clínica un marco referencial de significados intrapsíquicos que se conjugan e interactúan con las construcciones subjetivas del paciente.

            Por ello, las sugestiones movilizan y constituyen un aspecto esencialmente técnico de la operación hipnótica. Según el psicólogo francés Émile Coué existen leyes que regulan las sugestiones eficaces en hipnosis y son las siguientes:

  1. Ley de la atención concentrada
  2. La ley de la atención concentrada significa que cuando el sujeto concentra su atención en una idea, dicha idea tiende a realizarse.
  3. Ley del esfuerzo revertido
  4. Significa que cuando el sujeto piensa que no puede hacer algo y luego lo intenta, cuanto más trata menos puede hacerlo.
  5. Ley del afecto dominante

Esto significa que una sugestión vinculada con una emoción predominará sobre cualquier otra sugestión que se encuentre en la mente en ese momento. El afecto dominante (emoción) juntamente con la sugestión hace que ejerza una mayor influencia sobre la mente.

De donde podrá verse, las sugestiones post-hipnóticas utilizarán la lógica de estas leyes para activarse justamente cuando el sujeto echa andar una conducta inconveniente y sobre ella se han impuesto comandos post-hipnóticos.

Por otra parte, las sugestiones hipnóticas provocan manifestaciones corporales observables que pueden ser evaluadas por el operador para reconocer las etapas o el alcance de la operación que se lleva a cabo. En tanto el sistema nervioso parasimpático ha sido afectado por medio de la colaboración del sujeto, podemos esperar ciertos signos fisiológicos importantes constatar:

  1. Relajación muscular.
  2. Con los ojos cerrados, parpadeos y movimientos oculares rápidos (REM).
  3. Cambios en el ritmo respiratorio y del pulso.
  4. Relajación de la mandíbula inferior
  5. Catalepsia o inhibición de los movimientos voluntarios. Se olvida de su cuerpo.
  6. Incremento de la secreción lagrimal y salival.
  7. Reducción de la frecuencia cardiaca.
  8. Dilatación vascular, particularmente en el área visceral.
  9. Contracción de la pupila.
  10. Estimulación de la actividad digestiva.
  11. Aumento en el tono de los músculos bronquiales.
  12. Incremento en el tono y movimientos del tracto urinario.
  13. Incremento en la cantidad de glucógeno depositado en el hígado y en los músculos.
  14. Tendencia a una reducción en el número de glóbulos blancos con aumento de eosinófilos y linfocitos.
  15. Tendencia a la alcalosis (+).
  16. Cierto aumento en las secreciones de insulina, de las glándulas paratiroideas y timo.

En cuanto a los cambios psíquicos, podemos ser testigos de los siguientes:

  1. Atención selectiva.
  2. Capacidad de centrarse intencionadamente en una fracción de la experiencia mientras que “se desconecta” del resto.
  3. Disociación.
    La psique consciente se ocupa de los procedimientos hipnóticos en tanto que la inconsciente busca activamente significados simbólicos, asociaciones pasadas y respuestas apropiadas. El hecho de que la mente consciente y la inconsciente se puedan dividir en cierta medida y utilizar como entidades independientes aunque sean dependientes, es la piedra angular de la hipnosis.
  4. Aumento de la respuesta a la sugestión.
  5. Los factores atencional y disociativo descritos antes llevan normalmente a un aumento de respuesta ante las sugestiones. El aumento de la capacidad de respuesta a la sugestión es una elección que realiza el cliente y ha de estar guiada por el hipnoterapeuta.
  6. Interpretación subjetiva
  7. Cómo responderá una persona a una palabra o frase es algo impredecible. Descubrir qué comunicaciones facilitan la experiencia hipnótica y cuales la entorpecen son dos de los aspectos más valiosos de la formación en hipnoterapia clínica con grupos pequeños (Erickson y Rossi, 1979, 1981; Matthews, Lankton y Lankton, 1993).
  8. Lógica_del_trance. Hace referencia a que el sujeto no tiene necesidad de que su experiencia sea enteramente realista o racional.
  9. Relajación. Una persona puede estar hipnotizada sin que necesariamente esté relajada, pero la relajación de cuerpo y mente es una característica que la mayoría de la gente asocia con la hipnosis. La relajación hace que los clientes se sientan bien, altera su experiencia de sí mismos de manera bien definida, y se les puede convencer, incluso de que están hipnotizados (Benson y Carol, 1974, Edmonston, 1991; Mitchell y Lundy, 1986.)

 

  1. La salida del trance

            Una vez que se ha operado el conjunto de maniobras sugestivas y post-hipnóticas, el hipnoterapeuta procede a inducir el retorno a la vigilia. Este procedimiento debe ser cuidadoso, gentil y gradual, asegurándose no solamente de que el paciente ha recobrado la plena conciencia sino, también, de que ha integrado los hallazgos. Por ello es tan indispensable que el hipnoterapeuta tenga entrenamiento en psicoterapia y maneje habilidades clínicas, independientemente de que su herramienta prioritaria sea la hipnosis clínica.

            En este sentido, la labor hipnopómpica utilizará convencionalmente el conteo de números, mismos que estarán asociados al reconocimiento de elementos reales del espacio físico en que se ha operado. Además, podrán indicarse auto-observaciones del propio cuerpo, las sensaciones, ruidos externos, música utilizada en el procedimiento, etc.

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